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18 de diciembre de 2011

El Héroe Legendario - 走れ、メロス! (Corre, Melos! Run, Melos!)



Corre, Melos!
Dazai Osamu



Melos estaba furioso. Él creía que el rey tétrico y malvado tenía que ser eliminado. Melos no entiende de política. Él es un joven pastor del pueblo. Vivía tocando la flauta y jugando con sus ovejas. Sin embargo, para la malicia era excepcionalmente sensible que otras personas. Hoy, desde muy temprano Melos dejó la aldea, y caminando sobre campos y montañas llegó a la ciudad de Siracusa. Melos no tiene padre ni madre, ni esposa. Sólo una tímida hermana menor de 16 años convive con él. Esta hermana menor, esperaba prontamente un matrimonio con un pastor de su pueblo. Por esto Melos vino hasta la ciudad para comprar el vestido de novia y comida para el banquete del matrimonio. Luego de haber comprado lo necesario, Melos andubo por la capital. Él tenía un amigo de la infancia, un joven llamado Selinuntius. Quien actualmente trabajaba de albañil en la ciudad de Siracusa. Melos tenía la intención de visitar a su amigo. Hacía mucho tiempo que no se veían y le fascinó la idea. Mientras iba caminando notó algo extraño en el paisaje de la ciudad. Está muy silencioso. Ya cayó el sol y es normal que esté callado. Pero, le pareció que no solo se debía a la hora; sino que la ciudad entera se veía opacada. Incluso el despreocupado de Melos comenzaba a angustiarse. Preguntó a un joven que se cruzó en el camino, qué había ocurrido; pues recordaba que hace dos años la ciudad era más animada, incluso de noche había ciudadanos cantando y bailando. El joven meneó la cabeza en negación y no contestó a la pregunta. Melos siguió adelante y en el camino se encontró con un anciano a quien esta vez hizo un hincapié fuerte y le preguntó lo mismo. El anciano no contestó. Melos agitó su cuerpo y repitió insistentemente la pregunta. El anciano observó alrededor y respondió temeroso:
-El Rey mata a las personas.
-¿Por qué lo hace?
-Dice que tienen malas intenciones contra él, pero la verdad es que nadie la tiene.
-¿Ha matado a varios?
-Sí. Comenzó con el cuñado de su hermana menor; a su propio heredero; mató también a su hermana menor y su sobrino; luego mató a su esposa, la emperatriz; y después al vasallo Alex.
-Me sorprende. ¿Acaso el Rey se ha vuelto loco?
-No, no es la locura quien le susurra a nuestro rey. Dice que no puede confiar en las personas. En estos días, desconfía incluso de los corazones de su pueblo. Quien viva de manera llamativa, ordena entregar a un rehén por persona; quien ose desobedecer el mandato, es crucificado. Hoy murieron seis en la cruz.
Apenas terminó de oír esto Melos vociferó:
-Esto es ridículo. Ese rey no debe mantenerse con vida.

Melos era un hombre sencillo. Se dirigió al castillo con los objetos que compró en la espalda. Al instante fue captudo por los guardias. Le revisaron el equipamento y al encontrarle la espada sagrada que se utiliza para consagrar a los novios, se hizo mayor el alboroto. Melos fue llevado ante el rey.
-Responde, ¿qué tramabas hacer con ésta espada? ¡Eh!- El rey Dionisio preguntó con serenidad pero con voz severa e imperante. El rostro del rey era pálido y tenía el ceño fruncido tan profundo como si fuese un corte.
-¡Voy a salvar a la ciudad con mis propias manos!- Melos le respondió sin temor alguno.
-¿Tú?- el rey rió sarcásticamente -No tienes remedio. Tú no comprendes mi soledad.
-¡No lo digas!- Melos gritó lleno de furor -Dudar de los corazones de la gente es la peor forma del mal. Debería darle verqüenza desconfiar incuso de la lealtad de su pueblo.
-Ustedes son los que me mostraron que la desconfianza es la única forma de pensar. No puedes saber lo que la gente piensa. Los humanos son seres egoístas. No se puede confiar en ellos.- El rey musitó y suspirando continuó -Yo también deseo la paz.
-¿La paz de qué? ¡Sólo para proteger tu posición!- Ahora fue Melos quien rió sarcásticamente. -Matas a personas inocentes, ¡cómo te atreves a hablar de paz!
-¡Cállate, miserable!- El rey levantó el rostro y le respondió -La boca puede pronunciar las palabras más puras. Yo veo y comprendo claramente las intensiones de las personas. Incluso tú me llorarás y suplicarás por tu vida cuando te sentencie a la muerte en la cruz.
-Oh, el rey es astuto. Siga pues entonces consintiéndose. Yo ya estoy dispuesto a morir, no suplicaré por ello. Pero...- Melos cortó sus palabras, desvió su mirada y continuó inseguro -Pero si me consede un último deseo, pido que la sentencia sea pospuesta tres días. Quiero asegurarme que mi hermana tenga esposo. En los tres días que me conceda yo regreso a mi pueblo, casaré a mi hermana y al tercer día prometo volver antes que caiga el sol.
-Qué ridículo.- El rey tirano con la voz ronca rió con desaire. -No inventes mentiras como esa. Estas diciendo que si dejo a un ave libre, ¿regresará a mi?
-Así es, ¡volveré!- Melos insistió desesperadamente -Voy a mantener mi promesa. ¡Solo permítame la libertad durante tres días! Mi hermana aguarda mi regreso en casa. Si no puedes confiar en mi... Muy bien; en la ciudad hay un albañil llamado Selinuntius. Es mi mejor amigo. Lo puedes tener como rehén. Si no regreso hasta la puesta del sol al tercer día, puedes colgar a mi amigo.
El rey al oír esto sonrió cruelmente y pensó: "Por supuesto que no va a volver. Será interesante para mostrar que me dejé engañar por este mentiroso. Y tres días a partir de ahora, voy a tener el placer de matar a la persona que tomó su lugar. Es por eso que no se puede confiar en la gente. Miraré triste y mataré al rehén. Se lo mostraré a todas las personas honestas en este mundo."
-Escuché tu deseo. Llama a quien tomará tu lugar. En el tercer día regresa antes del atardecer. Si llegas tarde, me aseguraré de matar a tu amigo. Solo debes regresar un poco tarde. Te perdonaré tus pecados para siempre.
-¿Qué? ¿Qué estás diciendo?
-Lo sé. Si aprecias tu vida, regresa tarde. Conozco tu corazón.
Melos se molestó. Y se negó a hablar más.

Selinuntius fue llamado al castillo a media noche. Habían pasado dos años desde la última vez que se vieron y los dos buenos amigos se reencontraron frente al rey. Melos le contó a su amigo todo lo sucedido. Selinuntius asintió silencioso y abrazó a su amigo. Era suficiente entre los dos amigos. Selinuntius fue encerrado. Melos partió inmediatamente. Era verano, con un cielo repleto de estrellas.

Melos corrió durante toda la noche. Cuando llegó al pueblo ya era mediodía del día siguiente. El sol resplandecía desde lo alto y los aldeanos ya habían salido a trabajar en el campo. Por supuesto entre ellos estaba su hermana menor, quien tomó el lugar de su hermano para cuidar de las ovejas. Al verlo venir tambaleante y el aspecto fatigado de su hermano ella se sorprendió. Inmediatamente comenzó con sus preguntas.
-No es nada.- Melos procuró sonreir. -He dejado algunos asuntos pendientes en la ciudad. Debo regresar pronto. Vamos a celebrar tu ceremonia de matrimonio mañana. Es mejor celebrar lo más pronto posible.
Su hermana se sonrojó.
-¿Estás contenta? Y mira, también compré tu vestido de novia. Ahora, anda rápido; díselo a todos en el pueblo que mañana será tu matrimonio.
-Sí, sí hermano. Voy a gritar la noticia tan fuerte como pueda.
Melos comenzó nuevamente a caminar tambaleante y regresó a casa. Arregló el altar de los dioses; acomodó la sede para el banquete. Pronto, rendido por el cansancio cayó en un sueño profundo.

Era de noche cuando despertó. Apenas se levantó visitó la casa de los novios. De esta manera, le pidió al novio que adelante la boda para mañana porque hubo algunas circunstancias. El novio sorprendido le dijo que eso no está bien, que aún no hay preparativos, que debía esperar hasta la temporada de uva. Melos insistió; no puedo esperar, por favor acepta que la boda sea mañana. Pero el novio también fue testarudo. Ninguno quiso aceptar lo que pedía el otro. Discutieron hasta el amanecer y por fin Melos convenció al novio.
El matrimonio se celebró esa misma tarde. Cuando terminó el juramento a los dioses de la pareja nupcial, una nube negra envolvió el cielo, y empezó a llover poco a poco, que pronto se convirtió en una terrible tormenta de aguas torrenciales. Los pobladores, quienes asistieron al banquete sintieron un mal presagio; aún así, aguantaron la sofocante humedad del ambiente, las personas aplaudieron, cantaron y danzaron alegres. Melos estaba lleno de alegría; incluso había logrado olvidar la promesa con el rey por un rato. Ya entrada la noche, el banquete se hizo más y más alegre y comenzó a tener su aspecto festivo; ya nadie prestaba atención a las fuertes lluvias de afuera.
Melos pensó por unos instantes: "Quiero quedarme aquí para siempre..." "Quiero quedarme con estas personas por el resto de mi vida..." Pero en estos momentos su cuerpo no le pertenece. Es cosa que no siempre sale como queremos. Melos forzó su cuerpo como si de un castigo se trate y decidió partir pronto.
"Aún queda mucho tiempo para el atardecer de mañana. Descansaré un poco y partiré cuando me despierte" pensaba Melos "En ese entonces seguramente la lluvia disminuirá su flujo..." Había deseado quedarse aunque sea por un poco más de tiempo, por lo más mínimo que sea, en ese lugar. Aún un hombre como Melos sintió algunos sentimiento de pesar después de todo. Se acercó a la novia que parecía estar embriagandose por la felicidad de esa noche y le dijo:
-Felicitaciones por tu matrimonio. Yo me siento algo cansado, deseo dormir un poco. Cuando despierte partiré inmediatamente a la ciudad. He dejado un asunto importante por resolver. Aunque no me encuentre, tu ya tienes un buen esposo que cuidará de ti, así que no tienes por qué preocuparte. Lo que más odia tu hermano son las dudas y las mentiras. Lo sabes muy bien, ¿verdad? No debes tener ningún tipo de secreto entre tu y tu esposo. Eso es lo único que quise decirte. Porque probablemente tu hermano es un gran hombre, me tienes con orgullo.
La novia asintió con sus ojos brillosos. Luego Melos tocó los hombros de su cuñado y le dijo:
-No eres el único que no tiene preparativos. En mi casa lo único que tengo son mis ovejas y mi hermana. No hay nada más. Te los daré todos... Y otra cosa más, ten orgullo de ser el hermano de Melos.
El novio sonrojado se dió un apretón de manos con Melos. Melos saludó a los demás aldeanos y se retiró del banquete para dirigirse a su lecho y caer en un profundo sueño.

Cuando abrió los ojos, el cielo ya mostraba la tenue luz del amanecer. Melos se levantó inmediatamente y se preguntó: "¿Me habré quedado dormido? No, si salgo ahora todavía tengo tiempo suficiente para cumplir con la promesa del rey. Le voy a mostrar al rey que la gente puede confiar unos de otros, y cuando me pongan en la cruz, ¡me ejecutarán riendo!" Melos comenzó a alistarse sin prisa . Ciertamente la lluvia aminoró su flujo. Terminó de alistarse. Melos movió ambos brazos enormemente y como una flecha se lanzó a la lluvia.
"Seré asesinado esta noche. Correr para ser asesinado. Correr para salvar al amigo que tomó mi lugar. Correr para descomponer la maldad del rey *... o Correr para demostrar al malvado rey*. ¡Tengo que correr! Y así seré asesinado. Debo cumplir mi palabra. ¡Adiós, hogar!" Para el joven Melos fue difícil. Muchas fueron las veces que intentó detenerse, pero se regañaba a sí mismo y aceleraba sus pasos cada vez más.
Cuando salió de la aldea, corrió por los campos y cruzó el bosque llegando al pueblo vecino; había dejado de llover y el sol brillaba en lo alto y pronto comenzaba a calentar su cuerpo. Melos se limpió las gotas de sudor que comenzaron a aparecer en su frente y pensó: "Ya estoy bien, ya no tengo más intenciones de volver. Mi hermana será feliz. Yo no tengo nada que lamentar. Solo debo seguir adelante hacia el palacio. No hay prisa, iré a paso lento" Así regresó el despreocupado de Melos que siempre fue, y comenzó a tararear una canción. Anduvo por dos y tres aldeas más y cuando estaba por la mitad del camino al palacio, la desgracia que cayeron del cielo, los pasos de Melos se detuvo de golpe. Mira hacia adelante; un río. El manantial de la montaña desbordados por la torrencial lluvia de ayer y un fondo fangoso arroyo fue reunido hacia abajo, y derribó el puente haciendolo añicos. Las aguas torrenciales sonaban como rugidos. Él se quedó petrificado en absoluto por el asombro. Miró hacia todos los lados y gritó a más no poder; pero ni rastro de un balsa ni un balsero había. El caudal seguía aumentando y se convirtió tan grande como el mar. Melos agazapado en la orilla del río empezó a llorar amargamente; y levantando ambos brazos hacia el cielo imploró a Zeus:
-¡Oh, Zeus! Calma esta enloquecedora corriente. El tiempo sigue corriendo aun en estos momentos. El sol ya se encuentra en el medio del cielo. Si no puedo llegar al castillo antes de que el sol se ponga, ¡mi buen amigo va a morir por mí!
Pero la corriente abastecía su curso como si se mofara del grito de nuestro joven Melos. La ola traga las olas y los fuertes vientos favorecen la torrente; mientras que el tiempo se va agotando. Ahora, Melos estaba decidido:
-No hay otra forma que cruzar nadando. ¡Oh, dioses ayúdenme! ¡Este río fangoso no debe frustrar el gran poder del amor y confianza!- Melos se lanzó al río. Luchó desesperadamente contra la furia de las olas. Utilizando toda su fuerza, luchó contra la presión de la corriente que concurrían masivamente. Al ver a un mortal actuando como un león temerario, quizás los dioses se apiadaron. Melos finalmente pudo llegar a un tronco de árbol de la orilla opuesta. Sintiendose afortunado, Melos se sacudió como un caballo y se apresuró a seguir con su viaje. Ni un momento más se puede desperdiciar ya. El sol ya se comenzó a inclinarse al oeste. Jadeando subió el paso de la montaña; cuando llegó a la cima de ésta tres asaltantes cerraron el camino.
-¡Alto ahí!
-¿Qué están haciendo? Tengo que llegar al castillo antes de la puesta del sol.
-Deja todo lo que tengas aquí.
-No tengo nada más que mi vida. E incluso estoy a punto de entregársela al rey.
-Nosotros queremos tu vida.
-El rey mandó a que esperen por mi en este lugar, ¿verdad?.
Los asaltantes no contestaron a su pregunta y atacaron. Ágilmente Melos los esquivó y veloz como un águila corrió hacia uno de los asaltantes, logrando arrebatarle el club:
-Lo siento, ¡pero esto es por la justicia!- y tumbó a los tres de un solo golpe, aprovechando para correr montaña abajo y de esta manera escapar.

Cuando logró llegar abajo, Melos se encontraba exhausto. En ese momento el sol iluminó el rostro de Melos, quien cegado por la luz sintió un leve mareo; intentó alejarse, dió dos o tres pasos hacia delante, pero en el tercer paso cayó de rodillas. No podía moverse más. Derramando lágrimas de vejación, Melos miró el cielo.
-Oh, oh, Melos; tú que habías logrado cruzar el torrencial río; tú que habías logrado derrotar a los tres asaltantes; tú, que eres un verdadero héroe, Melos. Serías una vergüenza si estuvieras tan cansado para dejar de moverte ahora. Solo porque él creía en ti, ¡tu querido amigo será asesinado! Tú eres el peor de los seres humanos, de la desconfianza de los cargos, estás haciendo lo que el rey quiere.- Se regañaba a sí mismo, pero todo era en vano; Melos ya no podía seguir adelante, aunque fuese a ritmo de un gusano. Se arrecostó en la hierba al lado del camino. Si el cuerpo se cansa, la mente también pierde su funcionalidad. Inapropiados pensamientos como: "Ya nada importa" carcomieron su corazón de nuestro héroe.
-Yo me he esforzado. No tenía la mínima intención de romper mi promesa. Los dioses lo saben, he corrido hasta no poderme mover más. Si pudiera, me hubiera cortado el pecho y mostraría mi corazón de pureza roja. Quiero demostrar que este corazón late solo de amor y confianza. Sin embargo, en este momento crítico he perdido mi voluntad de vivir. Seguro se reirán de mi. Se reirán también de mi familia. Yo traicioné a mi amigo. Rendirse a la mitad es lo mismo que no hacer nada desde un principio. Ah, pero ya nada importa. Posiblemente este fue mi destino asignado. Selinuntius perdóname. Siempre creístes en mí, y yo nunca falté a mi palabra. Realmente eramos buenos amigos. Nosotros no albergábamos la más mínima duda uno del otro. Incluso ahora, es probable que me estés esperando sin sospechar nada. Oh, sí, me estás esperando... Gracias Selinuntius, creístes en mí. Cuando pienso en eso soy incapaz de soportarlo; dado que la confianza entre amigos es la cosa más preciosa en este mundo. Selinuntius, corrí... Nunca tuve la intención de engañarte, ¡creeme! He venido a toda prisa. He cruzado aquel río de olas descomunales. He luchado contra asaltantes y corrí montaña abajo. Solamente yo he podido hacerlo. No me pidas más, por favor. Déjame solo, pues ya nada importa. He perdido. Ríanse de mi. El rey me dijo que perdonaría mi vida si llego tarde. Sus palabras me enfadaron, pero ahora estoy por hacer lo que el rey dijo. Yo llegaré tarde. El rey se burlará de mi y absolverá mis cargos. Prefiero la muerte antes que eso. Seré un traidor para siempre. Soy el peor tipo que jamás se ha visto sobre la tierra. Selinuntius, déjame morir contigo. Seguramente tú aún confías en mi, ¿o será que solo yo pienso que lo haces? Ah, quizás yo deba seguir viviendo. Tengo aún mi casa y mis ovejas; mi hermana me acogerá en su casa. Pensándolo bien, la justicia, la confianza y el amor son cosas sin importancia. En este mundo hay personas que siguen viviendo matando a su prójimo. Oh, ya todo es ridículo. Soy un traidor. Hagan lo que quieran conmigo.-
Y agotado dejó caer su cuerpo a lo largo del camino para ponerse a dormitar.

Melos se despertó con el sonido del agua. Alzó lentamente su cabeza y contuvo su aliento. Al parecer, el sonido proviene por donde están sus pies. Se levantó vacilante y cuando miró a su alrededor, vió una pequeña fuente que salía desde la grietas en las rocas. Como si hubiera sido llamado por aquel manantial, Melos se agachó y cogiendo con las dos manos bebió deliciosamente un sorbo. Suspiró despacio. Se sintió como si se hubiera despertado de un largo sueño.
-Puedo caminar. Vamos, ¡vamos!- Tras recuperarse de su fatiga física nació una leve esperanza. La esperanza de cumplir con su palabra. La esperanza de morir por defender su honor. El atardecer es una luz roja; la brillante luz tiñe y calienta las hojas y las grandes ramas de los árboles. -Aún hay tiempo antes de la puesta del sol. Aún hay quien espera por mi regreso, sin dudarlo siquiera. Él cree en mi. Mi vida no importa. Pero pagar con la muerte, no es lo que él desea. Tengo que devolver la confianza en mi. Eso es lo único que tengo ahora. ¡Corre, Melos!-

-Él cree en mi. Él confía en mi. Lo de hace un momento solo han sido susurros del demonio, un simple sueño, una simple pesadilla. Hay que olvidar. Cuando uno se siente cansado piensa cosas terribles. Melos, no eres una vergüenza, ¡eres un verdadero héroe! Has vuelto ha levantarte y a correr. Afortunado, podrás morir cumpliendo tu palabra. Ah, el sol se está poniendo, se está poniendo. ¡Espera oh gran Zeus! Yo era un hombre honrado desde nacimiento. Por favor, ¡deja que muera honestamente!-
Empujando a la gente que pasa por la calle; saltando a través de ellos; Melos corrió como un viento negro. Corrió a través de un banquete en el campo. Le dio una patada a los perros y saltó a través de riachuelos. Corrió diez veces más rápido que la lenta puesta del sol. Cuando pasó al lado de unos viajeros oyó sus conversaciones: -Seguramente en este momento aquel hombre está siendo crucificado.-
"Oh, ese hombre, es por ese hombre que estoy corriendo. No puedo dejar que muera. Date prisa, Melos. No debes llegar tarde. Debes demostrar el poder del amor y la verdad. El estado en que me encuentro es irrelevante." Melos se encontraba completamente desnudo. Sin poder respirar, dos, tres veces, escupió sangre por la boca. Vió a lo lejos el campanario de la ciudad de Siracusa. El campanario brillaba bajo la luz del atardecer.

-Oh, mi señor Melos.- Melos escuchó el gemido junto con la brisa.
-¿Quién eres?- Melos preguntó mientras seguía corriendo.
-Soy Philastratos. Soy un dicípulo de su amigo Selinuntius.- Ese joven albañil corrió detrás de Melos gritando a todo pulmón. -¡Esto no ayudará! ¡Es inútil! Por favor, no vaya más, deténgase. ¡Usted ya no puede salvarlo!-
-No. El sol no se ha puesto todavía.
-Mi maestro está a punto de ser ejecutado. Es demasiado tarde. ¡Lo odio! Si tan solo hubiera sido más rápido.
-No. El sol no se ha puesto todavía.- Melos sentía su pecho desgarrado. Miraba el grande y colorado atardecer. No había mas que correr.
-Deténgase, por favor, ya no corra más. En estos momentos su vida es más importante. Mi maestro creyó en usted. Incluso cuando fue llevado al lugar de la ejecución, confiaba en que vendría. El rey se burló muchas veces de él, pero él solo respondió: "Yo creo en Melos" y siguió creyendo sin escrúpulos.
-Es por eso que debo correr. Porque él cree en mi. Llegar a tiempo o no, no es un problema. La vida de la persona tampoco es importante. Yo corro por algo más importante que eso. Sígueme, Philostratos.
-Oh, ¿acaso se ha vuelto loco? Entonces corra todo lo que pueda, quizás aún llegue a tiempo.

No había nada más que decir. El sol no se ha puesto aún. Con la poca fuerza que le quedaba Melos corrió. Su cabeza está vacía. No pensaba en nada. Sin embargo, una gran fuerza lo incitaba a seguir adelante. El sol se está escondiendo en el horizonte, ahora se encuentra en los últimos rayos. Melos entró como un viento en el lugar de la ejecución. Llegó a tiempo.
-¡Esperen! Espera... No debes matarlo. ¡Llegó Melos! Llegué, como lo prometí.- Melos gritó a la multitud con todas sus fuerzas, pero su garganta solo sopló un ligero silvido casi inaudible. Nadie lo oyó ni notó su presencia. El pilar de la cruz estaba ya levantada, y Selinuntius comenzaba ser colocado en ella. Melos al observar aquello se sostuvo de lo poco que quedaba de fuerza, corrió hacia la multitud y como lo hizo con la corriente la atravesó:
-¡Soy yo, verdugo! Yo soy el que debe ser ejecutado. ¡Yo, Melos! Aquí está el hombre que lo convirtió en un rehén.- Y gritando con voz ronca pero llena de precisión, llegó a alcanzar el crucificado, recogió los pies del amigo que yacía en la cruz, con exasperación. La multitud se desconcertó. Pero pronto todos dijeron maravilloso, perdónenlo al unísono. Selinuntius fue soltado de inmediato.
-Selinuntius,- Melos dijo con lágrimas en los ojos -golpéame. Golpéame con toda tu fuerza en la mejilla. Yo en el camino intenté traicionarte. Si tu no me golpeas, no me sentiré calificado ni siquiera para abrazarte. Golpéame.-
Selinuntius asintió sin decir nada y golpeó la mejilla de Melos tan fuerte que se oyó por todo el lugar. Después sonrió dulcemente y le dijo:
-Melos golpéame. Golpéame tan fuerte como yo lo hice. Pues durante estos tres días llegué a sospechar de tí una sola vez. Fue la primera vez que sospeché de ti. Si no me golpeas no me siento con derecho a abrazarte.
Melos golpeó a Selinuntius de la misma manera que lo hizo él.
-Gracias amigo.- Dijeron los dos al unísono, se abrazaron y lloraron los dos de alegría.
De la multitud también se escucharon sollozos. El tirano rey Dionisio, los estaba observando desde lejos. Pero se acercó lentamente a los dos y ruborizado les dijo:
-Sus deseos se han cumplido. Ustedes ganaron a mi corazón. La confianza no era una ilusión vacía. Por favor aceptenme como uno de ustedes.
La multitud estalló en aplausos y gritos de alegría
-¡Viva!, ¡viva el rey!
Una niña, se acercó con una capa escarlata a Melos. Melos quedó perplejo. El buen amigo le dijo:
-Melos estás desnudo. Ponte esa manta. Esta hermosa niña no soporta que seas visto por tantas personas.
El héroe se sonrojó.

(De leyendas antiguas y del poema de Schiller.)

Por favor comenten si les ha gustado.

Desearía que me digan puntos que debo arreglar, pues aún soy novata traduciendo, pero deseo que no sea la última vez que lo hago. En realida en esta traducción me ayudo mucho mi padre. Lo leyó sin aburrirse (o por lo menos eso me pareció ><) y bueno aunque no dijo nada cuando terminó de leerlo; le gustó muchas de las fraces de la obra. Realmente espero que pueda hacer traducciones que mis hermanos puedan leerlo con gusto y mi padre sin hacer mucho arreglo.


Más información sobre del autor en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Osamu_Dazai

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por traducirlo! Lo estaba buscandooooo.muchas gracias de verdad :)

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  2. Eso lo hizo mi primo en su academia de ahí ufff... Pasaron un monto de cosas q seria muy largo contarlo

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